domingo, 15 de julio de 2007

La historia de un amor sin fin.


Tan cierto es... como que la Historia nunca unió a los verdaderos amantes, y el Mundo siempre negó la existencia del amor.
La cruel distancia fue siempre la encargada a través del tiempo de sembrar soledad y desazón en el corazón de los que anhelaban ese gran y puro amor.
Los obstáculos tan afilados como cuchillas, no hacen más que abrir heridas, esas heridas que el tiempo difumina, que la llama del amor van apagando y que por último la Muerte se encarga de sellar y desunir.
Todo ello, para perderlas para siempre en el olvido, para mal decirlas por haber intentado asaltar el amor eterno, incapaces los humanos, de ni tan solo soñarlo.
Pero esta historia que hoy os narro, no fue así... Hubo quienes no sucumbieron, hubo dos almas que ni ante los dioses o el mundo se rindieron, hubo seres que antepusieron la unión de sus corazones, cuerpo y sentidos a su propia vida, y es aquí, donde hoy empieza mi relato.
Siempre hay algo que escapa a ese control universal... ese algo que ni los dioses son capaces de controlar, esa fuerza misteriosa que nos empuja a forzar corazón, mente y músculos cuando todo está perdido, cuando ya no hay esperanza... cuando solo la voluntad inquebrantable les ordena resistir.
Esa chispa mágica inundó dos corazones en su creación, separó dos almas para arrojarlas al mundo, predestinadas a encontrarse, pero condenadas a estar separadas.
Una llama milenaria y ancestral ardía en los corazones de esos amantes olvidados y desterrados uno del otro, pero que elegidos por el caprichoso destino, hacían el circulo volver a comenzar. ¿Serian capaces por primera vez en la historia del universo de alcanzar el amor eterno?
Y crecieron... crecieron los amantes escondidos en su soledad, presos de su destino, esclavos de su lealtad. Esas almas agonizaban sin piedad al no encontrar su otra mitad, buscando estar juntas, luchando por encontrarse una vez más.
Hasta que un día la llama empezó arder, una casualidad, un simple acto de rutina y normalidad unió tan poderoso don, sin que ellos ni tan siquiera sospechasen de lo que se estaba gestando en su interior.
Ya no había nada capaz de separarles, con el fuego del designio divino volvieron a fundir sus almas, volvieron a unir sus destinos, volvieron a estar juntos, juntos para reinventar la eternidad, juntos para no mirar jamás atrás.
Vivieron momentos que ningún humano jamás podría imaginar, la unión de sus cuerpos era mucho más que un acto carnal, era la unión de cielo y tierra, de luna y sol, era la unión que daba forma a ese gran don llamado amor. La mirada del uno sobre el otro hacia saber a la otra mitad cuanto amor le profesaba sin esgrimir palabra alguna. Era sentir que nada más les importaba que solo el universo les contemplaba, que nada podría separarlos porque plenos y realizados estaban uno junto al otro. Compenetracion total, eran almas cortadas del mismo patrón, podían estar meses separados y reencontrarse como si nunca se hubieran separado, como si cientos de años y lunas les contemplaran, como si desde el comienzo de los tiempos sus almas se adoraran.
Pero el cruel destino jugó su carta más sucia, quiso probar que tan valiente y poderoso juramento les hacia permanecer tan unidos, tan inseparables, tan cómplices uno del otro.
A uno, lo embriagó de tal manera, que logró abstraerlo del mundo, incapaz de ni tan siquiera imaginar que podría perder a su otra mitad. Y así fue como poco a poco fue perdiendo a su alma gemela. Ella conoció la angustiosa soledad una vez más, sola se sentía, desamparada como antaño. El sentimiento de desilusión y soledad la invadía cada noche, y las lágrimas que derramaba llenaban un lago que ponía distancia entre ambos, que seria imposible de cruzar.
Así pues en la otra orilla separada de su mitad encontró otro corazón, que taponó su herida de muerte, que alimentó el alma hambrienta de la dama oscura, aunque solo un espejismo fuera, aunque su corazón se engañara ahogado por la desesperación y las lágrimas.
El joven lloró su suerte, lloró a su amada, se arrancó el corazón, se desgarraba el alma cuando liberado de su abstracción comprendió que su razón de vida, su razón de ser, lo había dejado, para nunca más volver.
Vagó y vagó tras las huellas de su amor, pensó en abandonar, pensó en tirar la toalla cuando ya todo eran llagas, cuando muerto ya de tanto amar miró al cielo porque no encontraba paz. Y allí arriba la mirada de su amaba se reflejaba para él en las estrellas, cómplices de sus noches de pasión, de sus dulces besos en la penumbra, de su amor incondicional, solamente descubiertos por el manto celestial. Sus confidentes, le llevaron noticias de su amada, de que ella no estaba bien, que sufría con desazón al no estar con su verdadero amor, que algo dentro de ella clamaba por su amor que solo encontraria paz en el regazo de su joven mitad.
Como agua fresca después de semanas en el desierto acogió la noticia, la confesión de los luceros aplacaba el calor abrasador de sus pecados, se le iluminaba de nuevo el alma con el recuerdo de su amada, le volvió el aliento enamorado que aún agonizaba en sus entrañas.
Las constelaciones, lo guiaron tras su rastro, lo llenaron de esperanza y limpiaron sus heridas. El odio que debería sentir no era tal, porque su alma, limpia y blanca solo dolía de tanto amar.
Y como el caballero que en la batalla, por complicada que se le presente no abandona, así llegó a los pies de la dama, arrodillándose ante ella.
Pero ahora ella se encontraba en otro reino, ahora deseaba empezar en otro lugar, ahora su amor había decidido entregar a otra persona, aunque sabia que su alma siempre le pertenecería... por siempre y para siempre atada en vida y muerte a su mitad, a su deseo más ferviente. Esclava de su miedo, no miraba al caballero, pues sabia que si fijaba los ojos en los suyos le entregaría sin más el amor que retenía.
Confidentes uno del otro siempre fueron... amantes desterrados que en secreto morían en agonía, partes incompletas, bestias insaciables, recuerdos impolutos resonaban en sus mentes.
El amor no estaría completo... si no volvían a estar juntos, la eternidad se haría añicos si no juntaban sus destinos y a día de hoy... ese destino se sigue escribiendo por lo que no puedo contar más. Ese secreto del que sus almas son esclavas se desvelará y el día que lo hagan reinventarán la eternidad.
Amor eterno guarda a esta pareja, creados desde tiempo inmemorial para reinventar el amor en cada era, volverán a estar juntos, más tarde o más temprano, sera vivir o morir, será estar juntos si o si.
A tu lado siempre estaré, porque yo soy el protagonista de esta historia, fui tocado por tu don, fui condenado amarte por encima de cualquier Dios, este amor tan grande me hace respetar tu decisión, si es verdad que existe amor más puro seguro que lo encontrarás porque jamás podria desearte mal, pero si no lo encuentras volverás, cuando te des cuenta de que solo tu y yo figuramos en los planes de existencia tan eterna. Guardaré cada momento dentro de mi ser para dártelo después, por si decides volver. Te esperaré hasta que no puedas más y cuando tus heridas quieran apartarte de este mundo yo te sanaré, yo te llenaré, yo te realizaré, tu y yo por siempre almas eternas, las elegidas, las inmortales.

1 comentario:

Wнy_αℓwαyš dijo...

Indestructibles, más que nunca.
Mi corazón, lo has dejado temblando. Nunca había leído algo similar. Enhorabuena, es lo mejor que leí nunca.
Admirable, esa confianza tan plena en el amor, en las almas nacidas para ser una.
Dios quiera que vuelva, sois inmortales.
No sé qué más puedo decir.
¡Ah sí!, te quiero.